SER CULTO PARA SER
LIBRE


lunes, 12 de octubre de 2009

REFLEXIONES A MIS CINCUENTA SOBRE EL CIELO Y LA ARMONÍA


Alejandro Pedro Contreras Choperena


Introducción



La armonía, el cielo, este estado de gracia donde la individualidad se reconoce como la bondad infinita, despojada de todo supuesto sufrimiento físico, angustia mental y sin preguntas sin resolver.

La armonía, el cielo, el estado de unión divina donde las limitaciones impuestas por el temor desaparecen y nos revelamos como el Dios que está escondido en todos nosotros.

La armonía, el cielo, palabras que conjuran al jardín paradisiaco del edén, con cielos de un azul prístino, corrientes de agua cristalina, flores que cubren el horizonte y Mentes que caminan en paz por los jardines.

La armonía, el cielo, el entendimiento que muchos individuos, en su desarrollo, buscan.

Muchos han renunciado al mundo, se han rendido a la seclusión, y han pasado sus días inmersos en la meditación en cavernas y montañas de todo el mundo. Otros han caminado y caminado, reverenciando cada paso, buscando ganar un destello de eternidad.

La armonía, el cielo, ¿Porqué parecen tan distante cuando nos han dicho que es algo que ya poseemos?

La armonía es distante porque hemos declarado que lo es.
El cielo no es conocido porque nos han impuesto la creencia de que es lo último a obtener – y sólo a través de más sagrado.

El cielo es remoto porque la creencia que ha sido pasada por generaciones nos indica de que sólo a través de años de entrenamiento formal, estructurado y ascético apenas podemos suspirar a obtener, y si bien nos va, solo obtendremos una vaga visión de pura conciencia cósmica.

La armonía, el cielo, se convirtieron en un objeto de deseo, en una meta u objetivo. En un deseo sin entendimiento. El deseo sin entendimiento nos limita del absoluto, de la armonía, del cielo. El deseo sin entendimiento nos quita armonía, nos limita del cielo, porque creemos y tememos que no poseemos algo. Así nos entrampamos en la búsqueda para obtener algo externo a nosotros.

La armonía y el cielo no son un premio o recompensa por haber alcanzado la meta u objetivo (por haber escogido las opciones correctas), sino que son la realización de aquello que siempre hemos sido.

La armonía y el cielo si lo consideramos como el destino mismo, nos limitan. La armonía y el cielo se alcanzan de manera razonada e intuitiva. El destino es algo fuera de nosotros como si fuera un objeto. La dirección que nos lleva a la armonía y el cielo, es un sentimiento interno, no es un objeto sino la mismísima subjetividad, la razón misma. Sentimos la dirección, pero no la conocemos. El destino es el futuro. Cuando hemos definido nuestro futuro, hacemos todo lo posible para manipular nuestra vida y encauzarla hacia él. Pero el futuro no lo conocemos. Es una posibilidad infinitamente abierta. Si fijamos un destino, el futuro deja de serlo, porque ya no está abierto. Hemos elegido una alternativa entre muchas y desechado todas las demás. El destino ya no es destino. El futuro ya no es futuro, es nuestro pasado. Y es nuestro pasado el que decide. ¿No es paradójico? Nuestra carga de mentiras y creencias sobre nosotros mismos es lo que convierte nuestro futuro en pasado. Y repetimos hasta la saciedad nuestro pasado, con más o menos modificaciones, con cambios que nos hacen sentir más a gusto.

Hojalatería, pintura, llantas nuevas… nos convertimos en máquinas.

La dirección es algo vivo, palpitante, que late con fuerza. No sabe del pasado, ni del
futuro. Como fruto de esa fuerza palpitante, crea un momento siguiente mejor al anterior. Un pensamiento mejor al anterior. Va descubriendo de forma total e intensa que somos armonía, que el cielo es cada momento vivido en forma total, intensa, y que es la semilla para el siguiente fruto de mi perfección: el siguiente momento. De cada momento, surge una dirección. Cada momento es creado por nosotros, no es manipulado.

La armonía es y el cielo es.
Tú eres.
Razona, experimenta, reconoce y entiende la verdad que ya eres.

¿Por qué buscamos la armonía y el cielo?
“Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida. Yahvé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, agradables a la vista y buenos para comer. El árbol de la Vida estaba en el jardín, como también el árbol de la Ciencia del bien y del mal.”

“Los dos estaban desnudos, hombre y mujer, pero no sentían vergüenza”.

“La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho. Dijo a la mujer: « ¿Es cierto que Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del jardín?» ”

“La serpiente dijo a la mujer: «No es cierto que morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán a ustedes los ojos; entonces ustedes serán como dioses y conocerán lo que es bueno y lo que no lo es.» “

“Entonces se les abrieron los ojos y ambos se dieron cuenta de que estaban desnudos.

Cosieron, pues, unas hojas de higuera, y se hicieron unos taparrabos. Oyeron después la voz de Yahvé Dios que se paseaba por el jardín, a la hora de la brisa de la tarde. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín para que Yahvé Dios no los viera. Yahvé Dios llamó al hombre y le dijo: « ¿Dónde estás?» Este contestó: «He oído tu voz en el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo; por eso me escondí.» Yahvé Dios replicó: « ¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol que te prohibí?»”

“En seguida Yahvé Dios hizo para el hombre y su mujer unos vestidos de piel y con ellos los vistió. Entonces Yahvé Dios dijo: «Ahora el hombre es como uno de nosotros, pues se ha hecho juez de lo bueno y de lo malo. Que no vaya también a extender su mano y tomar del Árbol de la Vida, pues viviría para siempre.» Y así fue como Dios lo expulsó del jardín del Edén para que trabajara la tierra de la que había sido formado. Habiendo expulsado al hombre, puso querubines al oriente del jardín del Edén, y también un remolino que disparaba rayos, para guardar el camino hacia el Árbol de la Vida.”

El árbol del bien y del mal, es sin duda, el símbolo más poderoso de nuestra cultura e incluso civilización. Aquellos que comen de este árbol, tendrán conocimiento sobre el bien y el mal., conocerán la diferencia entre lo que correcto y lo que no, de lo que es bello y lo que no. Obtendrán tanto conocimiento, que empezarán a juzgar. Esto es lo que pasa en nuestra mente. Y el simbolismo de la manzana es que cada concepto, cada creencia (mentira) es solo una fruta con una semilla, que si es plantada en tierra fértil, las semillas de la fruta darán un árbol, que a su vez, dará más fruta. El árbol del bien y el mal, el árbol del conocimiento, es la estructura de todas nuestras creencias. La historia de Adán y Eva nos explica como caemos del ensueño de la armonía y el cielo, a la pesadilla de nuestro infierno (mal sueño. Afortunadamente). El príncipe de las mentiras es el parásito de la manzana que vive dentro de nosotros al haber comido de la manzana infectada. Y ahora este parásito vive nuestra vida, y sobrevive alimentado por nuestra fe y nuestras creencias.

Antes de comer del fruto del árbol prohibido (al nacer), éramos Verdad. Pensábamos y entendíamos la Verdad, y vivíamos nuestro amor sin temor. Después de comer la fruta., con el conocimiento y la simbolización, sentimos culpa, y vergüenza. Somos jueces implacables de todo, y sentimos que no somos lo suficientemente buenos, perfectos, y por supuesto, juzgamos a los otros de la misma manera. Con el juicio viene la polaridad, la dualidad, la separación y la necesidad de castigar y ser castigados. Creemos que nos hemos separado de Dios. Que Dios y nosotros no somos lo mismo. Entonces, Dios deja de ser amoroso y justo, y Dios se convierte en una destructiva creencia. Él tiene que castigar y lastimar.

Ahora me pregunto, ¿Qué es el pecado original? Ahora entiendo que es creer en la dualidad, es creer en mentiras, aceptar creencias que vienen del temor. ¿Pecado? Todo aquello que nos hacemos a nosotros mismo para lastimarnos, que nos enferma, que nos empobrece. Pecar no es culpa o condenación moral, más bien es creer en mentiras y usar esas mentiras contra nosotros. De la dualidad, del pecado original, todas las mentiras nacen. Nacen de nuestro temor.

¿Cuántas mentiras nacen de nuestra ignorancia? ¿Quién juzga? ¿De quién nacen todas las opiniones? SI no amamos, es porque no nos permitimos amar, dejamos que nuestro temor prevalezca. SI no disfrutamos de nuestra vida, es porque no nos lo permitimos. Nadie puede odiarnos o lastimarnos más que nosotros mismos. Defendemos nuestras creencias y mentiras y hasta nos hacemos fanáticas de ellas. Y creemos que matamos y destruimos en su nombre. ¿Quién en realidad vive nuestra vida? ¿Quién decide y forma nuestra opinión? La respuesta es obvia.

La suposición errónea y el temor convertidos en “creencia humana” están en nuestra mente. La creencia humana nos habla y nos habla, y nosotros le creemos cada palabra. La conciencia basada en creencia humana nunca deja de juzgar. Juzga lo que hacemos y lo que no. Lo que sentimos y lo que no. Lo que hacemos y lo que hacen otros. Está constantemente chismeándonos, Y ¿cuál es el resultado? Mentiras, creencias y más creencias, y más temor.

Estas creencias y mentiras anclan nuestra atención, y la nublan, y solo podemos ver nuestras creencias y mentiras. Y no vemos la realidad, de que la armonía y el cielo ya nos pertenecen, en este mismo lugar y en este mismísimo momento.

El cielo nos pertenece porque somos los hijos del cielo. Cuando nacemos, la creencia humana no está desarrollada. No existe todavía esa voz, ese juicio. La suposición y las creencias existen en cuanto aprendemos, primero, la lengua, después los diferentes puntos de vista y después vienen los juicios y las creencias y mentiras sobre nosotros.
Y dejamos de ser fieles a nosotros mismos. Renunciamos a ser Dios. Así nos separamos de Dios. Creemos que Dios y nosotros somos entes separados. Nos creemos personas, humanos, mentes en cuerpo y no particularidades del Todo. Creemos que moriremos, pues hemos dejado de ser Dios, por ser duales, porque nuestra autenticidad como individuos se perdió.

Es así como empezamos una búsqueda frenética de Dios. Empezamos esa búsqueda de amor, felicidad, armonía, cielo, belleza, inteligencia, perfección, porque creemos que no lo somos. Desde hace siglos, nosotros, individualidades, seguimos buscando el paraíso, la armonía y el cielo que creemos hemos perdido. Buscamos lo que “éramos” hasta antes de empezar a creer en mentiras, a poner nuestra fe en creencias y no entendimiento acerca de nosotros mismos. Buscamos lo que somos verdaderamente. Pero lo buscamos fuera. Nos juzgamos desde las apariencias, no desde lo que verdaderamente somos. Y además ese juicio dista mucho de ser justo.

Uno
¿Qué nos aleja de la armonía y el cielo?
¿Será que no somos monjes, sacerdotes, pastores, imanes o ayatolas?
¿Será que no vivimos en Roma, India, Tíbet o La Meca?
¿Será que no meditamos lo suficiente?
¿Será que somos malos, porque no somos creyentes?
¿Será que desarrollamos un mal Karma en una vida pasada?
La armonía es y el cielo es.
Tú eres.
Obtén iluminación a través de tu sentido común y tu entendimiento


Dos
¿La armonía es algo que obtienes, o algo que eres?
Si lo obtienes, lo puedes perder. Si lo eres, nunca se irá.


Tres
Los individuos hacemos toda clase de cosas para obtener la Armonía
Meditamos
Oramos
Nos deshacemos de posesiones materiales
Nos restringimos del sexo
Nos volvemos eremitas y vivimos en cavernas
Nos envolvemos en extraños ritos y pretendemos hacernos daño físico
¿Por qué? Tenemos la creencia de que ejecutando ciertas acciones (físicas, técnicas, ritos o sosteniendo creencias) encontraremos la armonía y el cielo. Pero no.
Ejecutar acciones para obtener la armonía y el cielo no es diferente de aquél o aquella que cree que una vez que ha alcanzado una ansiada meta ya nunca va a desear nada. Pero en cuanto la alcanza, se aburre y se mueve al siguiente deseo.
Entonces sé armonía, y ninguna acción o técnica será necesaria para alcanzar el cielo.

Cuatro
El concepto de ponernos metas, es para muchos una acción necesaria para llevar una vida de plenitud.
Los religiosos han reclamado la armonía y por consecuencia el cielo, como su objetivo por siglos.
Las metas son buenas, pero ellas crean una atmósfera que está carente de toda plenitud. Cada meta, incluso la de alcanzar la iluminación y armonía, nos limita de alcanzarla.
¿Por qué? Porque creemos que debemos tener algo que no poseemos, sin importar cuán sagrado y divino parezca. Así, no nos percatamos de la gloria y perfección de nuestras vidas en este mismísimo momento. No nos percatamos de lo que ya somos.
No te pongas como meta u objetivo la armonía y el cielo...Porque ya eres armonía, solo reconoce el cielo.

Cinco
Toda vida es movimiento. Cada elemento del universo -Dios es un pensamiento en movimiento. Sabemos por la ciencia que todo a nuestro alrededor, desde la más pequeña partícula subatómica a la estrella más grande, está en un estado de flujo continuo. La mayoría del movimiento no es visible al ojo humano. Pero todo este movimiento está en perfecta armonía. Si no estuviera en perfecta armonía, la Vida cesaría de ser real instantáneamente.
Si todo se mueve en armonía, tú también te mueves y progresas en un acorde invisible y eterno.
Si entendemos que el universo está en una armonía de movimiento celestial, comprobaremos que todo lo que es, se debe a una causa o razón. Así, todo lo que “es” es llevado de la mano por el siempre perfecto y armonioso desarrollo del Universo –Vida.
Como somos una particularidad del universo –Dios, cada cosa que nos sucede, sin importar que tan traumática es, sucede por una razón que sirve a un propósito maravilloso y bueno. La armonía es aceptar. Relájate, no te apures en conseguir, se paz y mira como la perfección del entendimiento se desarrolla en ti. De todo lo que hagas, obtén entendimiento.

Seis
Es común a los devotos de una fe particular o escuela de pensamiento, el creer que las enseñanzas que siguen son las más profundas y sagradas, y los practicantes encuentran entonces realización plena de la manera más oportuna posible. La armonía no tiene fe.

Siete
Los individuos entran en un sendero espiritual por una gran cantidad de razones. Y dado el caso, se afilian a un grupo religioso en particular. Aquellos que permanecen involucrados en una secta específica, con el tiempo se vuelven importantes, respetados, con un alto perfil y desarrollan una voz que es predominante en la comunidad. La importancia, el respeto, el perfil alto y la voz predominante no son signos de iluminación. La armonía y el cielo son silenciosos y no son llamativos.

Ocho
Se cree que la armonía y el cielo se consiguen solo siendo salvos.
¿De qué necesitamos ser salvos?
Si tú ya eres salvo, ¿Cuál es la diferencia?

Nueve
Buscamos la salvación porque experimentamos vacío en nuestras vidas. Este vacío puede tomar la forma de falta de amor, falta de sentido y propósito, falta de plenitud, y… En la armonía y el cielo, el vacío viene después
Diez
SUNYATA es la palabra en Sánscrito que describe el Vacío Espiritual, el estado más allá de la realidad conceptual. Se considera que SUNYATA es un paso hacia la armonía y el cielo. En el momento en el que SUNYATA se convierte en un objeto de deseo –meta, objetivo-, en la mente del Zelote, y se diseñan técnicas para obtener su propósito espiritual verdadero, SUNYATA se pierde. SUNYATA como meta, objetivo, y la técnica para obtenerla, te apartan de la armonía. ¿Por qué? Porque te ligan a una necesidad, te ligan a hacer, no al no-hacer. Aléjate de metas, objetos de deseo. Deshazte de las técnicas. Abraza a tu vacío espiritual. Entiende la armonía, el cielo

Once
Cuando el individuo entra al sendero espiritual, la mayoría de las veces se vuelve juez implacable de gentes que no son compatibles con su escuela de pensamiento, que difieren de su entendimiento. Y es a su vez, su propio juez implacable. Así, se consideran mejores. En el momento que esto ocurre, el individuo se vuelve menos. Soy quien soy, y cada individuo sirve a su particular propósito universal. Sólo a través de considerarnos en el sendero espiritual, esto no nos da derecho a juzgar a otros, o a nosotros mismos. Todos somos igual de importantes como los es la molécula de agua al océano. Nadie es más o menos. En el mismo momento en que piensas que ya conoces, en ese mismo momento no conoces. Experimenta, pero sé silente. Obtén entendimiento, pero no lo digas. Esta es la verdadera esencia de la armonía, del cielo.

Doce
Cuando el individuo entra al sendero espiritual, generalmente busca la guía de un poder más alto. Se acercan a sacerdotes, gurús o maestros espirituales de manera que los dirijan al camino de la armonía, del cielo, del nirvana.
Si todos nosotros, los individuos, poseemos la naturaleza de Dios o Buda, entonces ¿que tienen aquellos que no tengo yo?
¿Qué hace a un individuo ser mejor que el siguiente? ¿Sólo porque tiene discípulos?
En el transcurso de tu vida, ¿A cuántos individuos has escuchado proclamar que ellos tienen las llaves para ir al cielo y resulta que solo han sido un fraude?
Si alguien te dice que contiene las llaves de las puertas del cielo, dile que te las dé inmediatamente.

Trece
Tú puedes escuchar lo que otros dicen acerca del cielo. Puedes creer que son grandes conocedores. Pero si eso es todo lo que tú haces –escuchar-, tú no estás es el sendero de la realización que te lleva a la armonía y al cielo, solo estás en el sendero para ser un devoto.
La realización solo puede venir cuando tu dejas de ser un “disciplinado discípulo” para cambiar a lo que en realidad eres, un realizador y entendedor conocedor individual.

Catorce
El sendero espiritual no es un termómetro o un marcador. Lo espiritual no se puede ni medir en términos lineales, numerales, algo que es más o es menos. Finalmente sólo estamos ahí, para servir a nuestro muy específico propósito.
Entre más divino te reconoces, más te das cuenta de lo anterior. Juega viendo la cancha, no el marcador.

Quince
¿Renunciar a los bienes materiales? Los individuos, por siglos, han pretendido renunciar a las posesiones mundanas, intentando liberarse de las limitaciones del mundo material, para poder verdaderamente entrar al sendero espiritual. ¿Pero, que son las posesiones materiales? Objetos físicos temporales, que, como la vida humana, duran mientras duran. Puedes renunciar a todo lo que desees, pero ¿Crees que esto te hará más santo? Renunciando a algo sólo te hace un individuo que renuncia a algo. La armonía y el cielo no vienen de liberarse de objetos físicos, éstos sólo regresan al ciclo material de la así llamada energía.
La armonía y el cielo vienen de no importarnos verdaderamente de las cosas materiales, tanto de poseerlos como renunciando a ellos.

Dieciséis
Tú decides que necesidades tener y mantener. Porque son tu elección, significa que no estás atado a ellas. Por lo tanto, tú eres libre de cambiar tus necesidades. Déjalas de ver como tal, y conviértelas en un goce y deleite. No necesitas luchar contra ellas.
Sin necesidades, conoceremos la armonía


Diecisiete
Nos distraemos tan fácilmente de experimentar la armonía supuestamente por la intensidad de nuestra vida diaria. Trabajamos por tantas cosas que hay que pagar, que necesitamos, que mantenemos. Por las concesiones que hemos hecho en nuestras relaciones. “Si tan sólo pudiéramos ser alguien diferente, hacer algo diferente, en un lugar en donde fuéramos libres, haciendo lo que nos gusta…” ¿acaso haciendo lo que nos gusta nos dará la iluminación y reconoceremos nuestra armonía?
No, la armonía siempre está en donde estamos, haciendo lo que hacemos. No haciendo lo que queremos, sino queriendo lo que hacemos.

Dieciocho
¡Alto!. Sal. Camina por las calles más ocupadas de nuestra Puebla.
Perdónate. Acéptate. Ve el amor que nos rodea. Que está en todas partes.
Ve como la perfección entreteje cada verdad que estamos infinitamente creando a cada momento.
El mundo que estamos creando a cada momento es perfecto, sólo velo como perfecto. Todas nuestras emociones, nuestras acciones, todo es perfecto. Y son perfectas, aunque nosotros no las queramos ver así. Las emociones de mi prójimo y prójima, todas sus acciones, son perfectas. Todo es perfecto y en perfecta y divina armonía con la creación.
Reconozcamos nuestra perfección, en cada momento y en todas partes. Aceptemos que somos la perfección misma, y que la armonía esta siempre y en todas partes. .

Debéis ocuparos en vuestra salvación,” dice la Biblia. No dice que puedes si quieres; dice que debes. ¿Qué significa esto? Simplemente que hasta que no te pongas a trabajar y entiendas la Vida y aprendas a vivir en conformidad con las leyes de la Vida, continuarás experimentando con intensidad creciente los males de este mundo, aun más allá del punto al cual la humanidad erróneamente le llama muerte. ¿Por qué desperdiciar un día más?

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