SER CULTO PARA SER
LIBRE


martes, 15 de junio de 2010

LA OTRA VARIEDAD...



¿Cine u otra variedad…?

Sugiere…

Velas, Sadé, oscuridad, dolor, placer, clímax, cokes, incienso, caricias…

Allá nos vemos.

Aquí espero.

Ella llegó… Y cantó el silencio de la noche con el detonar de los cascabeles de las yeguas de la calesa, trajo consigo una ofrenda… aun sin saber si para ella o para él.

Cruzó el umbral de la primera mampara, la próxima estaba abierta y anochecida como las fauces de un lobo en busca de hambre y de celo… la media oscuridad o la media luz que inundaba las paredes y los vacios, hacían sombras de bártulos y enseres en nubes de luna.

A la llegada se desembarazo de la valija de seguridad, se desenfundó el yugo de las señales de los humos de fuego, y se dispuso a obedecer en rebeldía…

Él se apoltronó en el love seat, descamisado y fresco, desfachatado e impúdico como son los amos con los siervos de esclavitud, la miró con ojos de infierno dantesco y de calor mefistofélico, con astucia maquiavélica le tronó el primer mandamiento, ¡Quita las ropas de las laderas de tus caderas! Paralizada ante la ordenanza y trémula de pavor, además de húmeda de pasión, dio comienzo a acatar la orden recibida… otra vez un sonoro relámpago prorrumpió del hocico de animal en ardor del Señor Feudal, ¡Lento… hazlo lento y suave! Ella trepidando de pánico, sólo asintió y detuvo sus movimientos afanosos por unos más sensuales e hipnóticos…

Ahora si… las músicas y las luces mortecinas de las parafinas, enmarcaron los sugestivos meneos de Zarité la esclava en turno, apenas ella lo distinguía, pues agazapado en la oscuridad a medias de la estancia aquella, misma que había sido tantas y tantas veces transfigurada en cuartel el general de sus más recónditos instintos de intimidad.

Él se delectaba auspiciado por los que los luceros de su rostro, descubriendo en cada una de las suaves oscilaciones de la vasalla sus más intensos deseos… le excitaban la mansedumbre subversiva con que ella mostraba sus afanes, la mujer fue y vino hacia donde los deseos del soberano dieron tino. Se acercó la esclava al emperador en pretensión sumisa, y él, con un desdén soberbio la alejó con tan sólo un mohín de brazo ejecutor… sin remedio ella obedeció por enésima vez y porque así debía de ser.

Con miradas de cordero de recinto, y sabedora de que sería la presa de inmolación, gustosa y sin remedio… alejose para seguir siendo observada y delectada por el dueño de su alma y de su vida.
Reiteradamente, ella sin permiso vino otra vez hacia él, y su Majestad, benévolo esta ocasión suavizó su trato y le tactó las laderas de sus caderas desnudas y vibrantes, ella entornó los ojos al suave contacto del amo… su interior le intuía disfrutar, pues desconocía cuando daría comienzo el sacrificio al dios de los amores violentos de la pasión.

La mimó más y más, con las manos de huesos y con los dedos de ejecución… los ojos entornados de ella y los labios brotados del rostro manifestaban el trance extático por el que estaba siendo conducida. Sin misericordia, el dueño de ella la envió hacía allá… ¿Por qué, esa gasa negra que deja mirarte el corazón? - Increpó el amo y señor de la noche – La sierva enmudecida, no sólo no respondió sino que se postró en dirección a su maestro y mentor en un acto de sumisión y religioso respeto, él acepto este de gesto de humillación de la carne y asistió a alcanzarla al diván de allá.

La tomó por el talle, la tornó de tal modo que la espalda de ella se miraba de frente con el pecho estrellado de él. Sin el más mínimo miramiento posó la mano derecha en la mitad de ella, y la izquierda en el nacimiento de las vertebras, con un fugaz y burdo mover de macho de manada, la doblegó sobre el sillón, quiso ella luchar… sin embargo, era una batalla perdida, el comenzar a hurgar en las recónditas y escarpadas quebradas de las intimidades de la esclava, ella, la sierva, se estremeció de temor y de placeres mal sanos… el Señor Feudal dio comienzo a una excursión por las llanuras y estepas de toda la geografía de la súbdita…

Bocabajo y yacida sobre un promontorio que le exponía el ecuador de su cuerpo, bello y salino sabor de mar, como una mágica montaña que en la cima sostenía la estrella polar que orientaba las codicias del amo, él se detuvo… pues iba a embestir cual mítico minotauro a su frágil presa: para mirar, observar y deleitarse de esas carnes apenas perceptibles en los escasos visos iluminatorios de aquel recinto…

La súbdita con los ojos de oscuridad no podía mirar nada, sólo olía el respirar de su dueño, y entre suspiros y sollozos, gemidos y latidos desbocados de su palpitante entraña, esperaba la avenida humectante de sensaciones intrigantes, pues no daba si serían de dolor o sólo de placer, o la mixtura de ambas dolencias…

El amo dio inicio al rito carnal de poseerla sin tocarla, de hacerla suya distante, de tronarle enmudecidos rugidos de felino.

La impregnó con efluvios espesos de manos lánguidas sobre la escoliosis de su espalda, la entrepierna de la bella y sometida hurí de serrallo extravagante, pedía a lloriqueos lacrimosos de hembra magnificente y generosa, atención de los tactos de huesos de su amo y señor…
Él, digno como todas las majestades, solazaba sus vistas en las convulsiones descompuestas de la pequeña de tamaño, y enorme de voluptuosidad cautiva, reptaba ella como áspid de oriente o como cobra egipcia, sobre los textiles salpicados de ella misma, al son de sus necesidades, al ritmo de sus canículas.

Llegó el momento, vino el instante en el que ella sin más no poder contenerse… como una loba herida aulló a la luna del amo, para que este con ella le aluzara la oscuridad eterna en que estaba inmersa, y le desatará los ojos anudados a toda su piel… pedía misericordia, compasión y piedad…

Como ambas manos la tomó por la mitad de ella, y con su enhiesta fortaleza la impregnó de sí mismo en una sola irrupción, sin asomo de caridad u otra forma de conmiseración… se unieron en un alarido, en un contubernio, en una complicidad… nunca antes por ambos conocida. Las mareas de ambos ríos se confluyeron en una bocana marina, que azotadas por las caderas de sus cauces, espumaban en olas de humana deidad amorosa y sensual…

Olvidaron sus condiciones morales, él se arrancó las vestiduras de majestad y ella se le subió al rostro para hacerse lo que se estaban haciendo de igual a igual, ella eufórica y transida de sumisión boqueaba como pez sin agua, él jadeaba ondulando su cuerpo sobre el de ella como un enorme y mítico molusco de hierro candente, no supieron que estaba ocurriendo… se les hizo un hoyo en el tiempo.

Guerrearon sin descanso, ella como una Juana de Arco, loca y llena de visiones que la conminaban a someterse al bravo Quijote, avasallador de sublevaciones de la carne y del espíritu… se comieron las carnes, se abrevaron las aguas, se laceraron con uñas y dientes… se amaron con y sin piedad… y se dieron sin medida hasta quedar como yertos en un doméstico campo de batalla.

Se treguaron los cuerpos y las almas, ella a medias vacía y él lleno a rabiar, sin embargo en un concilio de afanes cansinos se permitieron respirar suave y con compás. El amo la liberó de su peso y la vasalla llenó sus pulmones del aire caluroso que había sido venteado por su majestad. Se apoltronó de nuevo en el love seat, cátedra desde la cual había comenzado todo con las miradas de él. Transida y boca bajeada, la cautiva sólo estaba ahí al parecer sin estar… apenas perceptible su respirar por el lomo de su espalda se percibía, las velas a medio iluminar, Sadé y sus notas a medio sonar, el placer y el clímax desbordados se arrastraban por los pisos ajedrezados de baldosas viscosas de ellos mismos, los inciensos sin olor…

Todo estaba ahora apagado… lánguido, hasta el aire se había enrarecido de las erupciones de volcán en que los amorosos lo habían convertido, desde el sillón de amor la miraba con destellos infernales de macho cabrío, ella con la cabeza guindando del sofá apenas reojeaba la mirada por los rabillos de sus ojos… los cabellos, los sudores y las salivas le languidecían desparramándose en gotas surrealistas como en un Dalí, en extrema delectación, el caudillo sentíase dueño de ese cuadro que hacía poco, él mismo había creado…

Los minutos se trastabillaban los unos sobre los otros, mientras los amantes se descansaban los cuerpos y los huesos, extenuada y distendida la esclava sobre el sofá, él, jadeante de más deseos y voluntad insatisfecha de amo… al cabo de los tiempos que hubieron transcurrido, las sangres comenzaron a congregarse en sus lugares y el hombre se levantó de la poltrona… gimió el sillón y al suave susurro la esclava logró entreabrir los ojos, sólo para mirar con angustia que un gran y doloroso placer se cernía como ave de muerte sobre ella y sus carnes…

Fue tomada suave y por la fuerza, siendo impelida sobre las baldosas de ajedrez, no sin la misericordia de antelación, con que hubo sido puesto un almohadón henchido de las plumas de las aves de los paraísos venéreos. Postrada ahí y sobre los escaños, la bella y sumisa hurí de serrallo, sin más nada que hacer, tuvo que satisfacer los gustos perversos y amorosos de su Señor. De tal manera la posicionó que exponía al alcance del Rey de reyes sus más íntimos secretos que dicho sea con verdad… de ella para él no existían. Él le conocía todo y le dominaba todo…

Abrió aquella flor carnívora de par en par con las manos de huesos y con sus fuerzas… el viento de sus pulmones esclavos como ella misma, silbaron quejidos sabrá dios que, si de amor, de satisfacción o de dolor. Como toro de lidia ganador sobre su engañador la acornó despiadado, brutal y de pasión maquillado… fue un ir y venir suave y firme, como las olas de los mares aquellos que no se detienen ante nada, ante ningún dique… los oleajes subieron de tono y de nivel hasta desbordarse casi sobre los causes que las contenían.

Las pieles de ambos perladas de los afanes de ambos chispeaban por las luces de las parafinas, él dando y ella recibiendo… o quizá fuera al revés, ya no estaban en condiciones de saber nada, actuaban bajo los influjos de ignotos sentimientos y emociones…

Se acercaba la postrimería… el ocaso… desguanzada y sonriente fue conducida a la otra cámara de inmolación, arrojada sobre la piedra de sacrificios, quedó como una muñeca de juegos infantiles inmisericordes, su dueño la acomodó con paciencia de santo y con ternura de rosas… Y sólo esto para satisfacerse así mismo... pues ella, la favorita del serrallo lo estaba ya y en demasía.

Así, tras un barritar de mamut prehistórico, el amo se desguanzó sobre la víctima de sus amores, afanes y dueña de sus torturas…

Es cuanto compañeros.

Carlos López Carmen

16 de mayo de 2010

lunes, 17 de mayo de 2010

QUESQUE DE POLÍTICA... ¡QUÉ ASCO!



Todos los días… los poblanos y lo que no lo somos pero que hemos vivido en esta tierra de Puebla de ángeles por más de dos décadas, miramos con un emético sentimiento, las pancartas políticas por doquier: los espectaculares propagando a corruptos y mal intencionados “quesque políticos” con sus derroches de economía… pues uno de estos anuncios mayúsculos tienen valores aproximados de 20, 25 ó 30 mil pesos por mes de renta. Y los hay por decenas si no es que por centenas.

Han llenado a la hermosa ciudad de Puebla de Zaragoza, con sus sucios rostros de mercachifles de sueños y [PROPUESTAS], como si algunos de ellos, creyeran en ellos mismos. En verdad es vomitivo, realmente repugnante que estos rostros priistas de retoques como en el pasado de aquellos estudios de fotografías de caritas. Seres prietos [y no uso este término de forma peyorativo] sino con verdad, pues el color de mi piel es así, han sido convertidos por el fotoshop en unas divas telenovelescas de quinta.

¡Carajo! Los otros… ¿Qué tal los panistas? Con su candidatito “guapito” y chaquetero, pues no hay que olvidar que este ente fue por muchos años priista también, como los de su familia. ¿Hasta cuando los México-poblanos y los que no nacimos en esta hermosa planicie, nos daremos cuenta de la inexistente calidad moral de estas personas?, ¿Cuál de ellos será en tan sólo un infinitesimal fragmento: honrados, honestos y no mentirosos?, en verdad hay que chingarse con las actitudes vergonzantes de estos populistas politiquillos de pacotilla.

¿Cómo debemos tomar estos anuncios chafas con que tienen infestada a la ciudad capital poblana?

BECAS A LOS MEJORES PROMEDIOS:

Por favor, chingao, no se necesitan becas sino que los mexicanos nos libremos de ellos, de estos que prometen babosadas, que se pregunten así mismo si sus padres tuvieron que conseguir becas para ellos… o es que gracias a favores políticos y a corruptelas estos politiquillos actuales estudiaron sin problemas económicos y ahora ellos, los que prometen becas lo harán con sus propios hijos.

SI TIENES PROYECTOS ESTOY CONTIGO:

Que el Dios verdadero libre a cualquiera de estar cerca de estos personajes que lo único que buscan, son beneficios personales y por supuesto socorrerse en lo económico.

PUEBLA SIN TENENCIA VEHÍCULAR:

Me pregunto ¿Cuál es el la intención de ofrecer lo que no podrán, más mejor dicho, después no querrán cumplir por aquello de no perder la oportunidad de allegarse más bienes en metálico? La respuesta es evidente por ahí escuché unos versos muy ordinarios y soeces, pero también muy evidentes para el proceder de estos nuestros seductores políticos: “PROMETER HASTA METER, Y DESPUÉS DE HABER METIDO OLVIDAR LO PROMETIDO”

Podría seguir harta el infinito, sin embargo me parece repugnante y nauseabundo seguir gastando letras, mismas que son tan bellas y nutritivas en estos atroces y vergonzantes temas de nuestra sociedad…

Así que invito a todo el que guste, a leer, a allegarse de conocimientos varios que hay dentro de la literatura, a ampliar el criterio mismo con la lectura de novelas, ensayos, historia… leamos hasta el sueño y despertemos energéticos y sigamos leyendo para que no seamos unos mexicanos del montón, como el montón de los politicuchos ignorantes, inconscientes e insensibles.

Y quizá algún día, todos podamos participar en mayor o menor medida en política… y mejoremos nuestras condiciones de vida. Terminó esta breve pero enjundiosa y vigorosa Columna Rebelde, con una reflexión jocosa de Facundo Cabral, poeta y luchador incansable de la igualdad y la justicia, como él mismo diría con fusiles de amor y disparos de cariño por todos los seres humanos (incluso para los politiquillos y politicuchos).

En ella habla de lo letal que son los pendejos por doquier… Y Dice así Facundo:

PERO EL PEOR PENDEJO, ES EL PENDEJO DEMAGAGOGO QUE PIENSA, SI ES QUE PIENSA, QUE EL PUEBLO ES PENDEJO.

Carlos López Carmen

17 de mayo de 2010

miércoles, 10 de marzo de 2010

EN LA HABANA...



Desvelaron sus sueños en la Marina Hemingway: Ernesto, Fidel y Camilo… los tres mexicanos de aquellos que no se pudieron abstener de todo lo que ofrece Cuba y sus hermosas cubanas, además de sus exóticos y tórridos cubanos… En la Marina las noches son preludio de estrellas palmera y mujer como trina la canción de Agustín Lara, les habían recomendado que no dejaran de asistir a tremendo lugar, lleno de fruta bomba, candela y son.

Sin evitarlo se hicieron llegar en un flamantemente destartalado Biuck azul índigo del año ´59, semiautomático y de interiores en madera que vivieron mejores ayeres antes de la revolución más romántica del siglo pasado, Amílcar se llamaba el conductor del almendrón, un negrazo acharolado de instrucción Ingeniero Químico pero de oficio chofer, pues en voz de él mismo: ¡Pue´de algo hay que comé chico!, así que el conductor los llevó sin tardanza a la famosa Marina, se apearon del decimonónico carro que ostentaba toda clase de adornos como la milagrosa Virgen de la Caridad del Cobre, Santa Patrona de Cuba, además contenía toda clase de ornatos de los más variados y vistosos colores, olores y sabores…

Ya en la calle se encaminaron a la entrada del centro nocturno, Ernesto iba de avanzada en lo que los otros terminaban las lides de pagarle a Amilcar por el servicio prodigado, cuando en eso escuchó una voz suave y por supuesto femenina que lo abordó… ¿Disculpa, puedo entrar contigo? ¡Claro que yo pago mi entrada…! [e´ que a la´ cubana sola´ no se nos pelmite la entrada] ¡Tú sábe chico, creen que sómo jineteras!... Ernesto se salió del impacto de mirar a la pequeña y curvilínea cubanita, pues era más hermosa de lo que el mismo término acusa, ya repuesto del impresión, le pidió una explicación más detallada del porque le pedía tal favor, Estrella era el nombre de la bellísima mujer, ella, sin más preámbulo que explicar nada, lo convenció, así que Ernesto le ofreció caballerosamente un brazo del cual la caribeña se asió y así fue como ambos entraron al jolgorio, Fidel y Camilo no daban crédito a que su compañero, así, sin más ni más, ya iba de la mano de tan apetecible belleza rubia y sin edad. Sin más nada que hacer siguieron los pasos de Ernesto y de Estrella, que tal parecía eran una pareja que se conociera años atrás, él sólo se dejó guiar por la rubia aquella que por cierto era bien pequeñita aunque llena de veleidosas formas, traía puesto o mejor dicho venía enfundada en un entallado vestido rojo vino tinto, de terciopelo brillante y acharolado, calzaba una zapatillas rojas también, abiertas para la estación siempre calurosa de la isla, se cubría la noche con una suave, negra e iridiscente pashmina de Cachemira, Ernesto no podía estar mejor acompañado cuando menos por el momento… Ella lo dirigió con maestría por todo el sitio aquel que era grande como pocos centros de noches agitadas conocía él. La Marina, un espacio casi al aire libre, poseía muchas techumbres engalanadas sólo de un tronco alto y una armazón de maderas costeñas que estaban revestidas de palmas de los cocoteros lugareños, en la más grande se hallaba el bar, abigarrado de brillantes y embriagadoras botellas adornadas con etiquetas refulgentes en donde más que advertir, presumían las fechas de sus cosechas además de los maravillosos y silentes años de añejamiento en barricas de fino roble blanco.

Separado del bar, hallábase en otro techo de estos la música estridente y cadenciosa del momento, los sones cubanos en mixtura de swing, disco, zamba y cumbias cubanas aderezadas con vallenatos colombianos; por todos lados había luces brillantes y multicolores que aluzaban el lugar… los impactos visuales de cámara lenta que te provocaban las luces de los estroboscopios… era aquello una amalgama de entre los cielos bíblicos y los infiernos dantescos: un lugar desbordado de bellas e inenarrables mujeres, mezcla de todas las razas: francesas, españolas, africanas, teutonas e incluso asiáticas y orientales. Las había mulatas, rubias incluso platinadas, trigueñas, morenas, negras y latinas… era aquello en verdad un serrallo como los de Las Mil y una Noches. Ernesto seguía acompañado de Estrella. Camilo y Fidel no daban crédito a lo que miraban y sentían, pues la música, las luces y los bailes que zapateaban los cubanos: hombres y mujeres, encendían el ánimo de hasta el británico más flemático, y estos mexicanos de serenos e imperturbables tenían poco o mejor dicho nada.

Así que como abejas a la miel, cada uno se iba adentrando en la festividad de los caribes, mismas que convidaban sin mesura a los invitados de todas las latitudes del mundo que allí se hallaban reunidos, los había japoneses, gringos, canadienses, chilenos, peruanos, mexicanos y demás de un país europeo en incluso de Oriente y Oriente Medio.

Ernesto y Estrella bailaron venéreas músicas como son casi todas las del Caribe caliente y tropical, él notó que la güera se le arrepegaba y se le embarraba al cuerpo de la manera más sensual que este hubiera experimentado jamás nunca en su vida, él, como casi todos los hombres que llegan a la Isla se dejó seducir por esta doncella y por las demás que tenían atractivos inconmensurables, tanto en las formas del cuerpo como en las de sus maneras: cadenciosas y cálidas sin igual…

Fidel no se decidía por ninguna de las bellezas que por allí levitaban como las nubes aborregadas de un firmamento venteado, pues era demasiado para sus ojos y para sus emociones… miraba alguna y quería abordarla cuando estaba a punto de ello otra beldad se atravesaba en su mirada y lo desconcentraba… así estuvo un buen rato, literalmente maravillado e inmovilizado.


Camilo se fue por ahí, pues él, el único que bebía de los tres, comenzó por pedirse un tradicional “mojito”, bebida de fuego que es una mixtura de azúcar morena de caña brava, yerbabuena machacada, ron local por supuesto, unas gotas de limón agrio y hielo. Camilo se bebió más de uno y por ello se animó incluso de más… quizá por ello iba y venía entre los brazos de una y otra hermosa hurí danzante del lugar.

Con Ernesto todo iba bien hasta que la Estrella que le estaba alumbrando la noche le propuso que se marcharan a algún otro sitio… con inocencia él le preguntó adonde irían, y ella le contestó con la soltura que sólo se da por aquellos mares, que a la casa de ella o si él prefería al Neptuno su hotel, pero eso no era todo, sino que para que aquello aconteciera él habría de dispensarla con unos dólares para que la fantasía terminara como ella suponía que Ernesto deseaba. Sin embargo se equivocaba, pues él no estaba acostumbrado a comprar amores nocturnos… así que se despidieron de buena manera y ambos se agradecieron el rato juntos.

Ernesto ya libre de la güerita voluptuosa, se dispuso a sortear los peligros de esa selva lujuriosa de hombres y mujeres danzarines de sudores extremos, y se a dispuso buscar a Camilo y a Fidel, iba de camino por aquí y por allá cuando comenzó a descubrir situaciones totalmente nuevas, como que las mujeres lo abordaban con diversas intenciones, unas ciertamente con el imponente objetivo de conseguir unos pesos, otras menos jineteras como les apodan por allá sólo querían conversar, un trago y quizá bailar un poco. Estaba fascinado por la facilidad y la delicadeza con que las cubanas a diferencia de las mujeres de su tierra se manejaban en ambientes como aquel. Esto no quiere decir que las cubanas sean unas callejeras o algo similar… sino sólo que al parecer la falta de libertad de culto que ofreció la Revolución Cubana de los 60´s, desdibujó los recalcitrantes y omnicatólicos pecados mortales y los que no lo son tanto en estas bellas damas. Ernesto hablaba y bailaba con una y con la otra, de repente muy sensual, de repente muy alejado, pero siempre contento, ellas y él.

Por fin divisó entre la bruma musical y colorida de luces tropicales y de sortilegios a Fidel, lo miró dubitativo y fuera de lugar… se acercó y le preguntó que le pasaba, si acaso no estaba contento o que si se sentía mal, Fidel le contestó con desgana que estaba bien; pero había una discordancia entre su rostro y sus palabras, así que Ernesto que venía más motivado y excitado del éxito inusitado en ese lugar, se armó de valor y le preguntó a Fidel que porque no se le acercaba a alguna beldad de estás que para ser verdadero sobraban en aquél exótico lugar, este le contestó muy orondo que porque él quería a la más guapa de aquella noche, con un mohín de extrañeza le preguntó Ernesto a Fidel que cual era la más guapa para él, sin tardanza señaló con la mano derecha y el dedo índice erguido como el naufrago a la tierra firme, a una escultural morena de cabellos y pieles tan blancas que parecía nórdica, aparentaba ser ella en verdad la más hermosa y escultural mujer de aquella noche en la Marina Hemingway. Sin más preliminares, Ernesto se dirigió a la extraordinaria sirena y le dijo que su amigo estaba deshecho por conocerla, que si estaría dispuesta a que se lo presentara… la respuesta fue inmediata ¡Claro que sí! Y agregó, sólo que vengo con mi esposo, el hombre estaba ahí junto y ni chistó de enojo o de celos por nada, y menos porque Fidel conociera a su esposa, al parecer al esposo todo esto le pareció muy gracioso…

Llamó Ernesto a Fidel con una señal perentoria de que se acercara y este así lo hizo, Caridad era el nombre de la belleza aquella, misma que se levantó de su silla y sin pudor alguno saludó a Camilo con un abrazó internacionalmente fraterno, y un gran beso tronado en la mejilla, después se lo presentó al afortunado esposo y con la anuencia del mismo, ella lo conminó a bailar una o dos piezas de músicas despierta-muertos, después de este acontecimiento, y Camilo de mejor ánimo se despidieron de esta sui generis y amistosa pareja de cubanos… para seguir explorando aquella frondosidad de jolgorio inacabable.

La mañana amenazaba con nacer y los luceros con apagarse, así que los tres mosqueteros mexicanos se reunieron como los vampiros que se alistan para descansar las luces del día, y así emprender la retirada de las batallas de aquella noche llena de luces, música y alegría. Así que partieron en un carruaje hacia el hotel Neptuno, que por cierto de estrellas se hallaba muy escaso, y de brillos desmesuradamente suaves de un pasado lejano y remoto… montaron en sus lechos mortuorios para el descanso eterno que duraría poco.

Fidel y Ernesto dormían todavía cuando Camilo sin misericordia inicio los toques de trompeta para continuar las andanzas en la Isla, ambos despertaron azorados por los gritos urgentes de Camilo… ¡Ya levántense que ya no tardan en llegar! ¿Qué, de que hablas? Preguntaron los otros dos aun medio dormidos y estragados por la vigilia del alboroto de la madrugada anterior. - Camilo les explicó - Anoche conocí a Katia una belleza de mujer, y quedamos que hoy estaría aquí en el lobby del hotel a las diez treinta u once de la mañana, además también convenimos que vendría escoltada con otras dos amigas para que ustedes las conocieran… esas últimas palabras flotaron en el aire como nubes de algodón suave y seductoramente sensual. Así que los otros dos mexicanos hicieron de tripas corazón al estrago de la noche de anoche, y levantaron sus cuerpos al sonoro rugir del cañón, comenzaron aquel día por la inerrable delicia que es el café criollo, dulce como guarapo de caña, mismo que les habían previamente enviado como cortesía del Neptuno, despiertos ya por los maravilloso efectos de la infusión, se dispusieron primero uno y luego el otro, a ducharse en aquella regadera vieja y desvencija.

Los tres ya acicalados y ansiosos de que llegaran las representante de la belleza local, estuvieron listos incluso antes de la hora pactada en el lobby del hotel, iban y venían de aquí para allá, sólo Ernesto que de lector voraz lo tenía todo, se apoltronó en una vetusta butaca de piel que bien le hacía falta un buen cirujano plástico para distenderle las arrugas de los tiempos, así que mientras Camilo y Fidel hacían surcos en las ancianas baldosas ajedrezadas de alabastro de carrara y ónix poblano, el otro tranquilo leí seguro a uno de autores favoritos del boom latinoamericano.

Al parecer, él, menos interesado que los otros, se hallaba distraído en su lectura, pero no era así, Ernesto, acondicionado con un periscopio interno se hallaba pendiente de los acontecimientos a su alrededor, con un ojo al gato y otro al garabato… así que en cuanto avizoró un taxi amarillo a través de los enormes cristales antiguos también de la entrada del hostal, se levantó como impulsado por un resorte enérgico y se acercó al umbral, Camilo llegó en segundo sitio, ¡Eureka! Eran ellas, Katia y sus amigas, ella descendió en primera instancia del auto y se abalanzó a los brazos de Camilo, en segundo lugar… un resplandor iluminó todo el sitio aquel cuando una rubia de categoría se apeaba del mismo carro americano, hubo un instante de desconcierto como cuando aluza un relámpago de tempestad; cuando los fulgores amainaron, Ernesto se acercó a una eternamente bella, rubia e iridiscente y la ayudó a terminar de bajarse del descapotable, aún con la mano del caballero sosteniendo la suya la señorita se presentó y dijo: me llamo Myladis, Ernesto, caballero andante, no salía de la impresión que lo había dejado atónito sin remedio cuando ella repito su aristocrático nombre, Myladis me llamo, él salió de las aguas que casi lo ahogan y ya afuera respiró bocanadas de la belleza imperecedera de la Venus cubana, ¡Mi Lord! Dijo él abruptamente… ese es mi nombre, y ambos rompieron en sonoras carcajadas… No, no es verdad soy Ernesto y soy de México.

Ella le propinó un suave, matinal e inocente beso en la mejilla y él le correspondió con una suave caricia dorsal…

Así que Camilo ya estaba con Katia, Ernesto con Myladis ¿Y Fidel? Faltaba Fidel, en eso se bajó del taxi una chica vestida de rojo, ella no era lo que Fidel esperaba… esta muchacha se llamaba Margarita, de cabello corto y rizado, en efecto no era tan bella como Myladis ni tan sensual como Katia, sin embargo no hubiese sido tan aciago el momento con ella sino por sus maneras y sus modos toscos e insultantes, así que el tercer mosquetero se resignó a compartir algún rato con los otros, pero sin acercarse tanto a esta extraña mujer Caribe, sin formas candentes y menos maneras sensuales y suaves como abundan en la Isla.

Ya emparejados y cada oveja con su pareja, comenzaron el concejo para acordar a donde iniciarían las aventuras en concilio y así continuar juntos… ellos opinaron que debían comenzar el tour por un buen almuerzo: sano, opíparo y delicioso, de inmediato ellas dieron opciones y alternativas: el paladar de Doña Cari, el otro paladar conocido del Vedado, o quizá en el Restaurante del Hotel Melía Habana que se llama “Habana Café”… alguien sugirió una cabaña a las afueras de la ciudad, saliendo para Pinar del Rió y que se hallaba sobre la playa, sin más nada el grupo de los seis asintió que ese era el lugar adecuado… llamaron a un coche de alquiler y se amontonaron los unos y las otras, iban hacinados, acalorados y felices… la travesía duró más minutos de lo esperado, por ahí de los cuarenta y cinco minutos si no es que casi una hora, finalmente fue un viaje maravilloso los nuevos amigos y amigas se amoldaron y acompasaron unas coplas lugareñas y otras muy mexicanas, como: Guajira Guantanamera, De donde son los Cantantes y la Vida es un Carnaval que hizo famosa la negraza de fuego, la majestuosa Celia Cruz y de lo mexicano no olvidaron entonar: el Rey de Vicente Fernández, Veracruz inspiración de Agustín Lara y el himno no oficial de México, El Cielito Lindo.

Por fin llegaron a su destino, se desenlataron como hacen las sardinas al descender del transporte, estiraron las extremidades y juguetearon como grandes niños y niñas, como amigos y amigas, después se encaminaron sobre las piernas y llevaron sus cuerpos hacia la cabaña que a decir verdad no tenía nombre, lo que si es que era muy grande y como aquél día era entre semana había poca gente, así que eran sólo ellos en el bohío aquel.

Myladis tomó por la mano a Ernesto y lo arrastró hasta una maquina tragamonedas de esas que juegan a no darte los peluches multicolores que contienen en ellas mismas, lo instaba a que le pusiera unos fulas más como se le llama por allá a la moneda corriente y él aceptó, le aventaron las monedas al artefacto y pues nada, que no lograron capturar algún regalo, de repente, Camilo y Katia en la otra máquina de aguinaldos hacían lo propio con sus fulas, ellos tuvieron mejor suerte y lograron un premio. Así que la amiga particular de Ernesto frunció el entrecejo en un evidente mohín de molestia y con voz chiqueona, le rogó a su recién adquirido galán que dispusiera de otros pesos para sacarle algo a la máquina esa grosera… él accedió de buena gana y colocó otras monedas para esta empresa que realmente parecía complicada, hubo más dineros, más intentos y nada, así que él le preguntó a Myladis que por que tanto insistía en sacarle unos peluches a esta tramposa máquina, a lo que ella con una pena enorme y misma que le opacó la belleza del rostro y el fulgor natural, se disculpó confesándole que le quería llevar unos regalos a sus chiquitos, le explicó que tenía dos hijitos una niña de escasos ochos añitos y un chiquito de cinco…

Ernesto con un poco de sentimiento de culpa que al parecer lo acompaña por donde quiera que ande se sintió mal, así que la cogió de la mano y la llevó a una pequeña tienda de suvenires que se hallaba ahí mismo, y como se dice en México le disparó unos regalitos para sus chiquitos. Finiquitado el asunto de los bebés de la bella rubia de categoría, se arrimaron a la mesa donde ya los esperaban los demás. Ernesto que siempre ha sido de buen diente, miró el menú que contenía lo que en aquel sitio ofrecía para almorzar y optó por el tradicional “congrí”, es decir, frijoles negros con arroz blanco y lechón asado, unos tostones de plátano frito y pan de sal, para beber, como él es un fan de la coca-cola y las aguas negras del capitalismo no se vierten por estos mares, tuvo que ordenar una soda local de nombre simpático tú-cola. Como un verdadero caballero medieval de la corte del Rey Arturo, esperó con paciencia de santo a que su consorte habanera, determinara que le servirían a ella… sin embargo la espera se prolongó bastante y además resultó infructuosa, la güera no decidía con que alimentarse, él la apresuró un poco porque sus tripas ya le protestaban con una revuelta interna, el medio día se acercaba siendo la hora en que el sol alcanza la cúspide desde donde prorrumpe con sus más ardientes y perpendiculares rayos solares. Al fin ella resolvió no pedir nada pues alegó que no tenía hambre suficiente, miró a Ernesto y le dijo con un cariño inusual para él: Godito, tú me convidas de lo tuyo; ¡No! enunció él, por favor ordena algo para ti… al parecer a este mosquetero no le resultaba muy agradable eso de compartir las viandas. De todos modos ella no pidió nada.

Los demás ordenaron sus potajes, les trajeron las bebidas en primera instancia y continuaron con bromas en ambiente de alzara y carnaval…

Después de las bebidas, fueron llegando poco a poco los exquisitos guisos criollos de la cocina cubana: pollo frito con bananos fritos, algunos pidieron camarones, calamares y otros mariscos. Ensaladas abigarradas de aceite de oliva, alcaparras y aceitunas… fue aquello un exquisito y opíparo almuerzo vernáculo y gourmet.

Katia y Camilo se encerraron en una conversación en sabrá Dios que temas, lo que si es que ella se notaba muy excitada pues alegaba con energía y como se dice en la Isla, parecía se estaban fajando. Lo que quiere decir peleando, es importante esta aclaración, pues en nuestro México esa palabra tiene otra acepción y su significado es un poco más sensual y venéreo.

Fidel y Margarita, ya habían comenzado a entenderse, por supuesto no se miraban como un par de tórtolos pero ya conversaban con amistad y deleite.

Finalmente Ernesto y Myladis, terminaron sus respectivos guisos y ambos pidieron mutuamente una colada, que es un café que tiene un exquisito y denso sabor amargo-acaramelado pues el grano lo preparan en una cafetera italiana de percoladora y le apaciguan lo amargo y la acidez con una gran porción de azúcar de caña brava cosechada en esta Cuba libre, que en algunos rubros no lo es tanto. Después de la excelsa infusión… decidieron salir a caminar por ahí en la arena, luego que la playa que estaba enseguida, así que anduvieron por ahí sin rumbo fijo, al unísono establecieron una deliciosa conversación, sin un tema específico y sin grandes intentos de filosofar dentro de alguna corriente política, filosófica o espiritual.

Iban de un tema a otro, del chisme constante de la economía local y latinoamericana a las costumbres distintas entre los mexicanos y los cubanos, tocaron la cuestión de la lengua, es decir del idioma nuestro, el español, y se divertían con lo disímbolo de los significados de la misma palabra en uno y otro país… para determinar algunas de ellas se dijeron algunos ejemplos como célebre manera de nombrar al transporte urbano, guagua le dicen por allá y los mexicanos le llaman camión, y que tal de estás palabras que en Cuba son de los más soez y en nuestro país es incluso algo simpático, para muestra tomemos el siguiente: bollo, en nuestra República Mexicana esto es un pan de sal con el que hacen las hamburguesas, en cambio por aquellas latitudes caribeñas es tremenda barbajanada ya que es la forma más soez de referirse a la intimidad femenina, y no se diga de una niña mexicana que se porta mal y es traviesa en extremo, los abuelos nuestros se referían a ella como una pinga, es decir una diablilla, pues un pingo o sea un niño mal portado y con estas características, en México es un diablo, en diferencia allá en la Isla este término se refiere justamente a la masculinidad dicho sea de manera ordinaria y también insolente recalcitrante… así sin ton ni son se disfrutaron de manera sana y amistosa, Myladis había flechado a Ernesto y ella también se mostraba seducida por la exultante guapeza del mexicano.

Ambos no miraban los relojes ni el pardear del día, continuaban su marcha y por ahí se les atravesó un rompeolas gigante de varios cientos de metros, construido con hormigón, acero y mortero de gran calidad para que resistiera los embates furibundos de cuando se encabrita el mar Caribe. Caminaron sobre éste y cuando se encontraron alejados de tierra firme, optaron por sentarse y suspender las piernas sobre las olas… tuvieron momentos silentes en los que miraban al horizonte de estas exóticas aguas verde turquesa, también se observaron de reojo como preguntándose cada uno, qué pensaba el otro. Alguna ola descuidada los sacó de aquel instante de trance y volvieron a la realidad de estar en ese sitio y acompañados entre sí.

Ernesto se armó de valor y como un disparo de cañón le cuestionó a la bella dama, ¿Cuál es tú intención de esta amistad al vapor que comenzamos allá en el Neptuno? Es decir… bueno, no sé cómo decirte… ¿Qué haremos o qué te dijo Katia cuando te invitó a conocernos? Myladis se sonrojó por los cuestionamientos… y no hallaba en su mente respuestas para los mismos, al fin pudo balbucear; pues me dijo: anoche conocí a un yuma, ¿Yuma?, si, un extranjero, es como un gringo, así le decimos a la gente que viene de fuera, ya entiendo respondió Ernesto, además Katia me insistió que la acompañara y que ustedes nos darían dinero, bueno ahora creí que tú me lo darías… está bien, respondió Ernesto, lo que me gustaría que me dijeras es ¿Por qué habría de darte dinero? Y le explicó, no estoy en desacuerdo de darte o no unas fulas, pero si me gustaría saber la naturaleza de la indemnización que yo debería hacerte…

Ella no pudo más y el dique de sus lágrimas reventó en un llanto harto de sentimiento, el mexicano se sorprendió pues de una manera u otra… intuía que ese sería el desenlace de esta amistad exprés y de la exultante y gentil manera de proceder de la güerita…

Ernesto la abrigó con sus brazos y trató de tranquilizarla con sólo su respiración, ambos permanecieron silentes, ella con el sollozo a flor de piel y él guareciéndola de la situación.
Él aguardó un poco y tomó aire de sal del mar y le dirigió estas palabras: Mira, comenzó diciendo… Entiendo a discreción lo que está ocurriendo, y pues bueno, en general todo mundo que llega a Cuba tiene la firme convicción de comprar o arrendar los amores de que disponen ustedes, las bellas y hermosas mujeres caribes, sin embargo no es mi caso, ¿Me explico Myladis? Ella, extrañada por esta confesión, le miró con un rostro de enigma incapaz de resolver, así que ante estas dudas le preguntó a Ernesto ¿Entonces qué haremos, no me darás dinero verdad? Continuó, no me importa en verdad si consigo unas fulas contigo o no, pues no soy jinetera, aunque es verdad que unos pesos nunca están demás, la situación en la Habana es difícil en cuanto a los dineros… y necesito comprarle cosas a los chiquitos. Sin embargo ahora me siento mejor después que hayamos conversado sobre este asunto tan extraño y tan aciago.

Myladis insistió, ¿Y ahora que va a pasar con nosotros, me marcho, me quedo o que hago? Ernesto se permitió unos momentos de silencio… y con calma le dijo, hagamos un trato, si, contesto ella ¿De qué se trata? El caballero andante en se había convertido este mosquetero mexicano, propuso: Mira, sigamos el día juntos, vayamos a la Habana vieja, caminemos por el malecón, tomemos una colada en El Café París… después vamos a la Villa Elena tenemos alquiladas unas habitaciones… y descansamos un rato antes de que te marches a tu casa….

El acuerdo consiste en esto: Vayamos a donde sea, estemos a donde estemos… te daré unos dólares quizá veinticinco o treinta, sólo y a cambio de que no rocemos nuestras pieles en la intimidad… es decir que no hagamos en amor bajo ninguna circunstancia, de lo contrario; si nos besamos y todo los demás… no habrá indemnización en moneda corriente, ¿Estás de acuerdo?
Myladis permaneció estupefacta por las palabras que acababa de terminar de pronunciar Ernesto… no conseguía a hilvanar alguna frase u oración, sólo lo miraba con unos ojos desorbitados, en respuesta de los cañonazos de pólvora que disparó el amigo mexicano con sus palabras, ella alcanzó a cuestionar ¿Y esto porque, cual es la razón? Ernesto la miró y preparó una respuesta… Myladis, ¿Sabes? Esto de la compra de amor o dicho de manera prosaica, meretricio, no es lo mío, mi feminismo no me lo permite, algo dentro de mí me obstruye ese comportamiento, no me hago de la boca chiquita pues desafortunadamente si lo he experimentado, quizá solamente en dos o tres ocasiones como máximo y de ello el resabio me sabe todavía en las entrañas al día de hoy… así que si jugamos con esas reglas seremos buenos amigos y contrincantes dignos en este juego, ¿Te parece? Con una sonrisa que decoraba de infinita felicidad el rostro de Myladis aceptó gustosa con estas palabras: ¡Pol supuesto chico!, se procuraron con un abrazo amistoso y filial, además a la usanza de los masones se proveyeron del ósculo de paz que les duraría por varios días…

Habiendo acordado los maneras de ambos, se cogieron de las manos y volvieron a la cabaña para encontrarse con los otros, iban radiantes de sonrisas como los mejores amigos de la niñez de ambos, llegaron y los demás no estaban, así que aguardaron y siguieron las conversaciones en los ires y venires de los dos… se confesaron del porque se había casado coincidentemente tan jóvenes, ella con tristeza dijo que la situación que vivía en el ambiente doméstico era tan precaria… que pues bueno, unirse a un hombre convenía porque dejaba de ser una carga monetaria para los padres, y pues sin duda también existía la ilusión expectante de que el consorte suyo fuera un buen hombre y un padre bueno para sus hijos, además de que proveyera de los bienes necesarios a la recién creada familia, sin embargo la historia del príncipe azul no llegó, y si dos chiquitos como ella los llamaba y el abandono de el papá de ellos… así que ahora ella debía de allegarse los dineros por los medios a su alcance como trabajar en lo que encontrara, porque entre otras situaciones Myladis no había estudiado una carrera profesional, sino sólo la preparatoria, y pues había que cabalgar la vida ahora con las consecuencias de las decisiones que se habían tomado al vapor de la casi niñez en qué consiste la juventud.

Ernesto ya no pudo continuar sus conversaciones porque llegaron los otros camaradas y entre revuelos de bromas y chistes calientes mexicanos de albur, que son la pimienta que saboriza los diálogos de los aztecas actuales… comenzaron a planear que harían ahora pues ya tenían la panza completa de alimentos criollos de la Isla y hacía falta un buen paseo.

Así que entre angas y mangas, optaron por volver a la Habana vieja y recorrer las calles abigarradas de historia, romanticismo, cultura y revolución…
Se montaron en una guagua, ¡Y pa´la Habana chico!, se bajaron por ahí en alguna de las calzadas de las que confluyen en el paseo del Prado y caminaron por sus baldosas y mosaicos de grecas, miraron los árboles de alameda y a los leones, a ellos se les acercaron con el cuidado que se necesita para tirarse una foticos como dicen por allá y recordar este rambla…
Tornaron en dirección al malecón y de camino se les atravesó una visita al “Café París”, saborearon sendos cafés acaramelados como se preparan en la Isla y continuaron la peregrinación de pasos hacía la escollera… y de repente, como marinos de ultramar divisaron en una callecilla angosta y empedrada la gloriosa “Bodeguita del Medio”, sin más preámbulo se encaminaron hacia ella… este pequeño bar es más famoso que el mismo museo de la Revolución, pareciera que en fama sólo compite con él, el mismo Comandante Ernesto “Ché” Guevara, así ya en el sitio aquel, entraron los tres mosqueteros con sus soldaderas, sólo Camilo se pidió un celebérrimo mojito de ron Mulatita y caminaron en el estrecho recinto… mirando las firmas de los más famosos e ínclitos personajes del mundo, por supuesto se encontraba ahí la rúbrica de Ernest Hemingway, de Marlon Brando, de la Reina de la salsa Celia Cruz y muchas, muchas más… fotografías evocadoras del ayer romántico de la Isla más célebre y revolucionaria del Caribe, ya terminado el reconocimiento del lugar, partieron ahora si con dirección al malecón.
Sin enterarse como por las sonrisas y los festejos, de repente se hallaron en el dique aquel, donde han reventado las olas de mar Caribe por los siglos de los siglos… Ernesto llevaba de la Mano a Myladis y los otros iban por ahí con desparpajo, ella, trémula de pavor por que la policía secreta del régimen la confundiera con jinetera y me la metieran presa, en varias ocasiones se quiso soltar de la mano de su acompañante, sin embargo este no se lo permitía, entonces él le dijo: ¿Porqué me sueltas, qué pasa? Myladis le dio la explicación y él la tranquilizó… no te preocupes y tú estás conmigo y eso no pasará, no obstante a ella no le abordaba la paz, se encontraban en esa conversación cuando se detuvo un pequeño auto blanco y soviético del cual se apearon dos hombres, uno de ellos, el que conducía, era alto y delgado pero de cuerpo firme y el rostro férreo, barba cerrada al puro estilo del alto mando de la Isla y su acompañante, un latino común y corriente también igual a otro puro estilo, pero este sería al del ayudante del Quijote de la Mancha, este esbirro era como un Sancho Panza: gordo, bajo, de cara plana y de pocos amigos.

El hombre de la barba se les acercó y Myladis casi se desmaya del pánico de mirarse en la cárcel, este ser que a leguas se percibía no era suave, ni educado los increpó con diversas e incisivas preguntas. Dijo: ¿Qué hacen por aquí? ¿Qué documentos traen consigo? Vamos, - les dijo - ¿Por qué van de la mano? El mexicano se repuso de la emboscada sorpresa y orondo como son los del pueblo azteca, lo miró con tono retador de ojos rojo de infierno y le contestó: ¿Usted quién es para venir a molestarnos y a amedrentarnos? ¿Qué se piensa, con clase de personas cree que trata, acaso imagina que somos un par de delincuentes ó qué? Este personaje se desconcertó, pues nunca hubiera imaginado una andanada de preguntas en respuesta a las suyas y menos con el acento en que se las hicieron, este varón encolerizado y casi a grito limpio les informó que pertenecía a la corporación policiaca estatal y que estaba en una requisa de rutina. Si es así le mencionó Ernesto, le pido que por favor se identifique… el quesque policía no podía creer que es lo que estaba ocurriendo, se contuvo y se buscó entre sus ropas algún documento que lo acreditara para tales faenas que según él hacía, pues bien después a unos se segundos de búsqueda por fin halló lo que buscaba, y se las mostró a Ernesto en esa forma que dicen los mexicanos de charolear, es decir le enseñó el documento de manera tal que no pudiera leerse lo que decía… con toda la calma del mundo él en ese momento novio de Myladis, se engalló y le extendió la mano para que este agente u oficial le entregara la credencial y así poder leerla, el agente de la policía molesto a borde de la locura y en contra de su voluntad se la dio, Ernesto la leyó y para desfortuna del cubano la identificación correspondía en todo al parecer, excepto en que la vigencia de la misma había expirado hacía ya algún algunos días.

Cuando Ernesto le mostró que no podía hacerle más caso porque el policía en ese momento no estaba correctamente investido de lo que según presumía. Este ser montó en cólera así que con gritos y modos entre marciales y peyorativos le indicó a su Sancho Panza que les exhibiera a la pareja su credencial, este personaje obedeció la perentoria orden del barbón e hizo lo mismo del charoleo y el mexicano les repitió la dosis de pedirle el documento, ahora sí, todo estaba en orden, así que recomenzaron el interrogatorio que había comenzado al inicio…

Ernesto que había permanecido todo este tortuoso tiempo cogido de la mano de Myladis, dijo las siguientes palabras: Soy Ernesto un empresario mexicano, ella es mi novia y en breve nos casaremos… ¿Ahora, tienen ustedes alguna otra pregunta? Los cubamos perplejos por la forma en que este individuo se les estaba escapando de algún castigo o un susto mayor, tuvieron que tragarse sus palabras y amenazas. Aunque no faltaron algunos insultos entre dientes de los policías, montaron en su cochecito ruso de tres pistones y se marcharon, a Myladis en cuanto este seres se perdieron en el horizonte le dio literalmente el váguido y la fatiga… hubieron de esperar unos minutos para que a ella le volviera el espíritu al cuerpo, para entonces “los amigos entre comillas” que habían estado observando todo el acontecimiento a una sana y prudente distancia se acercaron, ellos durante todo el impasse con la autoridad habían permanecido como se dice en la fiesta brava, en primera barrera y fuera del ruedo, Ernesto los amonestó por lo poco solidario de su comportamiento pero ellos trataron de tapar el sol con un dedo… cosa natural entre algunos de los quesque amigos.

Myladis ya respuesta del acontecimiento, cayó en un sortilegio de amor por Ernesto este se había convertido literalmente en su titán, en su príncipe azul, el mismo que había derrotado al dragón que custodiaba la celda en donde ella había sido depositada por el comandante y su revolución, al ver la clase de hombrazo que resultó el azteca, se prendó de él de modo inusual y comenzó a respirar por su nariz y a sentir con la piel del mexicano e incluso dio comienzo a mirar con los ojos de su nuevo amado.

A partir de ese momento Myladis ya no se pertenecía… ahora era de Ernesto, de su amado, la había arrobado un amor ínclito e inconmensurable, tanto que no le cabía en el cuerpo…

Ernesto, Camilo y Fidel habían arrendado unas habitaciones en la Villa Elena, una vieja casona que hubo conocido mejores tiempos antes de la revolución, este refugio estaba ataviado con colores pastel y art decó, ellas y ellos, cubanas y mexicanos conciliaron en ir para la villa en cuestión a descansar de los alborotos del día, y a esperar el fresco de la tarde ventada por los aleteos de las gaviotas de mar, y de los alcaravanes pardos del continente. Se encaminaron hacia la morada aquella en donde la señora Sari ya los esperaba como una maravillosa anfitriona de cafés acaramelados y con las recamaras limpias y frescas de viejos abanicos eléctricos de los pocos que no requisó la revolución, Ernesto cogió a Myladis de la mano y la llevo consigo a una habitación, entraron, el se descamisó y sus cueros recibieron los vientos alisios del ventilador que con cicatrices antiguas se hallaba injertado al cielo raso del aposento, los muebles vetustos de cedro y caoba se encontraban intactos aun del insondable paso del tiempo, la cabecera y la piecera del tálamo aquel eran espectaculares y además los invitaba al descanso… Ernesto sin dudar un instante, directamente de aventó sobre la cama y arremolinó la cabeza en unas almohadas de plumón, afuera se escuchaban las voces de los otros que se ponían de acuerdo que iban hacer, si a jugar cartas entre ellos cada uno con su cada cual, quizá se irían a las otra piezas o sabrá Dios que harían, Ernesto miro a Myladis y le dijo: ponte cómoda ya sea aquí en la cama o en el sofá aquel que se muestro mullido y acogedor.

Myladis mostraba un rostro de desconcierto, no sabía qué hacer ni cómo comportarse, su alteza real como ya miraba a su compañero desde el impasse resuelto, la tranquilizó una vez más recordándole el trato que había hecho desde la mañana en la cabaña del almuerzo.

La cubana rubia de sol y trigueña de oro, se fue serenando y optó por apoltronarse en el diván desde donde miraba con asombro todos los ornatos de la pieza en donde se hallaba con su nuevo amigo yuma, Ernesto la miraba con los ojos entornados pues pareciere que aun joven él, la presbicia se lo requería, se dijeron palabras sin orden y sin sentido, ambos se sentían incómodos y no sabía con certeza a que obedecía esto, se conversaron las diferencias políticas, idiosincráticas y religiosas de sus países, se hablaron de las comidas y los guisos de sus tierras, no faltaron las confesiones en el lindero de los hijos, esposas y esposos, se contaron los años que habían tenían, las diferencias y afinidades familiares con los padres y las madres… también se mencionaron como llegaron los hijos a las vidas de ambos, no paraban de hablar…

Sin duda se estaban convirtiendo en una pareja y no sólo de amigos, sin embargo ninguno de los dos quería faltar al trato que habían celebrado por la mañana en el desayuno, Sari, la señora de la casa con un poco de imprudencia llamó la puerta con unos suaves pero insistentes golpecillos, Myladis los atendió con precipitación como para que se percataran los de afuera que no estaba ocurriendo nada veleidoso entre ellos, Sari les trajo un poco del maravilloso café acaramelado que preparaba y unas galleticas de salvado, buenas para la digestión.

La rubia caribe le acercó los pocillos con café y la cookies a Ernesto que yacía en el vetusto colchón, cicatrizado de viejas batallas en las que sabrá Dios quienes habían sido los contendientes, y menos sabríamos quienes serían los vencedores y quienes los derrotados; quizá podríamos imaginar que esa tarde-noche habría de llevarse al cabo quizá otra pendencia, evidentemente entre ellos…

Sin embargo “ellos” firmes en su contrato de no llevarse a la cama ni a uno ni a otro, permanecían suaves en la conversación y en la compañía… sorbieron la infusión de Sari, masticaron sutilmente las galleticas, se miraban como quien no quiere la cosa, hasta que él le dijo, casi le ordenó no sin suavidad… ven acércate, finalmente sabemos que nos debemos a nuestras voluntades conciliadas temprano en la cabaña, ella sin remedio se aproximó y se sentó al borde de la cama, Ernesto le cogió la mano y le hizo unas caricias, Myladis se lo permitió a sí misma pues a leguas se le miraba que quería morir y se aguantaba, se sostuvieron las miradas y la regia rubia de cabellos de sol se acurrucó en la cama y se arrepegó a la espalda grande, masculina y moruna del mexicano.

Se calló el mismo silencio, se agotó la luz del sol, se detuvo el tiempo, se estancaron las aspas del abanico, sólo se escuchaban los latidos de los corazones de ambos, estuvieron quietos unos minutos, ¿Cuántos? No se supo cuantos… pero los suficientes para embriagarse del espíritu del momento y de los calores que les manaba a los cuerpos de ellos, sus cadáveres fenecidos de vida se empalmaron en un perfecto cóncavo y convexo, ella femenina untada de pechos a las espaldas masculinas de él, ella mujer de vientre embarrada al cóccix de hombre de él.

No se dieron cuenta cuando ya estaban ataviados como Adán y Eva, sólo con sus pieles y abigarrados de sentimientos nuevos, surgidos hacía tan sólo breves horas anteriores, tampoco se enteraron quien fue el primero en besar con sus labios al otro…

Se besaron hasta la sombra como trina por ahí una copla de música, entraron por la puerta que hacía la cortina de agua de la cascada del placer concebido sólo por los ángeles del diablo, y que son bendecidos por el Dios verdadero para beneficio de los que se permiten dejarlos meterse en sus corazones y en sus sexos… se lamían, entraban en sí mismos y en el otro, se lastimaban el pudor y la carne, se mezclaban los efluvios, se convirtieron en una mixtura amorfa de sentido… ahora eran sólo amor, sensualidad, la escasa iluminación hacía sombras veleidosas de pasión y de amor lascivo.

Se amaron con deseo, con cariño y con lujuria… se había gustado desde que se miraron a los ojos en el vestíbulo del hostal, se confesaron todo lo que los esfuerzos de la pasión permite confesar, se bebieron los sudores y de ellos hidrataron el cansancio crónico del los embates de la lucha cuerpo a cuerpo… fue un trance hipnótico de enormes consecuencias.

Al fin terminó lo que ellos hubieran querido fuera inacabable e infinito, la sangre de sus órganos comenzó a llegar a los mismos, pues esta los había abandonado y se había marchado con Ernesto y con Myladis al país del placer, a la nación del amor… comenzaron a resucitar de la muerte que los había convocado a sudarse los deseos y las ansias.

Y cuando poco a poco comenzaron a resucitar, las alas del abanico comenzaron hacer viento, la luz del sol volvió a iluminar la recamara sólo a medias, el silencio dejó de estar callado y sonaron en el cuarto la respiraciones descompasadas finales…

Aun con los ojos entornados, se miraron y sin saber que decirse se alegraron con las mejores de las sonrisas que se pudieron prodigar, al no saber que mencionarse, se abrazaron en un intento de encarnarse el uno en la otra…

La permisibilidad del tiempo les dio la anuncia para permanecer juntos, abigarrados de ambos, se hicieron rococó con sus pensamientos silentes, no querían nada pues ambos sabían que le habían faltado en los tratados previos, y que lo que seguía quizá sería, oscuro, aciago, triste…

Demoraron harto en cubrirse las ropas, hablaron sin palabras, conversaron en silenció, se miraban en la oscuridad sin luz, se acariciaron a distancia sin palparse. Al fin llegó el momento, Myladis debía de marcharse, y Ernesto no sabía qué hacer después de los tratos rotos por ambos lados y ella menos. Sin más palabras él sacó más dólares de los que hubiera pactado por un amor de paga y se los guardó en el “blue jeans”, ella intentó replicar y objetar… el dedo índice de la mano derecha de Ernesto se postró y acalló sus labios carmesí, se fundieron en un abrazó mixtura de enamoramiento sensual y de amistad fraterna, no quedaron en nada… sólo se supo que mientras Ernesto permaneció en la Isla, fueron uno sólo.

Por ahora es cuanto compañeros…

Carlos López Carmen

sábado, 6 de febrero de 2010

La desilusión de Beauvoir


Si hoy mujeres como Juana de Arco, Frida Kahlo , Simone de Beauvoir o Amelia Earhart entre otras tuvieran la oportunidad de regresar, llegar a observar este mundo y esta sociedad en la que actualmente nos encontramos y en especial el rol actual de la mujer en la sociedad , estoy seguro que las reacciones de muchas de estas inteligentes y valientes mujeres seria de asombro , de espanto , de confusión.

El rol de la mujer en la sociedad actual parece haber tomado un retroceso en vez de un progreso , con solo ver y escuchar a jóvenes en los centros comerciales de Puebla es posible darse cuenta de que aquella mujer que luchaba por tener su lugar en la sociedad, darse a valer y tratar de cambiar su entorno, ese espíritu ha dejado de existir, tan siquiera en la mayoría de las jóvenes poblanas. La lucha por la equidad y por la injusticia hacia la mujer ha sido remplazada por el plan de que hacer esa noche en un bar o que hacer al día siguiente en una fiesta. Pareciera ser que la lucha social de la mujer nunca existió. Y aun que no estoy en contra de que las mujeres salgan a divertirse, he notado últimamente que aquellos sueños de doctorados y éxito han sido reemplazados otra vez por el sueño de una boda y una linda familia. Lo cual me lleva a cuestionarme , ¿En verdad alguna vez las mujeres lucharon por su libertad y su equidad ante la sociedad? ¿Acaso es un ciclo social en el que durante unos años tenemos mujeres revolucionarias y durante otros lindas amas de casa?

Es en verdad triste que los intentos de miles de mujeres a través de la historia por darse un lugar en un mundo controlado por hombres haya sucumbido y ahora las jóvenes solo piensen en que hacer con sus parejas o como vestirse al día siguiente en lugar de pensar en formas de salir adelante y cambiar sino el mundo su comunidad. Es una pena que miles de mujeres tan siquiera en México usen la carrera universitaria como un status para el matrimonio y no como algo que pueda ayudarlas a salir adelante por ellas solas, la sociedad no ha evolucionado e incluso en nuestros días ver a una mujer trabajar por si sola y salir adelante por su cuenta causa criticas y comentarios corrosivos y otras llegan a ser la lastima de otras mujeres ¿Por qué como es que una mujer va a salir adelante sin la ayuda de un hombre?

Tal vez solo se a una fase en la adolescencia y después haya un cambio radical en las formas de pensar pero tal vez en verdad haya un deseo consciente de ser nada mas un ama de casa y cuidar a la familia. Por lo cual considero que es importante que tanto la familia como el ambiente en el que se desarrollan las jóvenes sea un ambiente en el que la mujer se de a valer por que si la misma mujer no reconoce cuanto vale , entonces nadie mas lo hará.

El avance de cualquier sociedad tiene un avance radical cuando se le concede poder a las mujeres (women empowerment en ingles) , son ellas las que han comprobado en miles de lugares alrededor del mundo como han logrado sacar familias e incluso sociedades adelante, sin la ayuda de un hombre. Muchas personas hablan de una sociedad con equidad en la que la mujer ya es igual que un hombre y tiene las mismas oportunidades pero en verdad es de cuestionarse si este planteamiento es cierto. Tal vez esta idea venga desde miles de años cuando a una persona se le ocurrió establecer que la mujer iba a ser la base de la familia dándole una carga que la mujer nunca pidió en si, poniéndole limites a su oportunidad de salir a trabajar y salir adelante por que finalmente ¿Qué iba a ser de estas familias si les quitabas la base?

Este escritor no generaliza a todas las mujeres, y aplaude a todas las mujeres que han salido a las calles, dándonos presidentes, escritoras, activistas y miles mas de trabajadoras que salen a trabajar para mantener a sus familias, aportar un grano de ayuda a su mundo y salir adelante. Miles de mujeres han logrado cambiar su sociedad con solo la fuerza y voluntad que traen dentro de ellas sin embargo ¿Qué es lo que sucede cuando las mujeres tienen estas herramientas alrededor de ellas pero no sienten la necesidad de usarlas o tienen un miedo a la discriminación social por usarlas?

Regresan al hogar, se levantan , comienzan a trabajar y cuando ya empieza a anochecer reciben a sus esposos con una linda sonrisa , la mesa puesta y la cena servida, escondiendo en la alacena todos esos sueños y deseos que alguna vez tuvieron pero nunca se atrevieron a seguir…

“Debemos ser el cambio que queremos ver”
Gandhi

Hasta la próxima entrega, les escribe El Ladrón de Libros…

viernes, 29 de enero de 2010

MAGISTRAL RESEÑA SOBRE LA NOVELA "LOS MUERTOS DE MI VIDA"



De San Pedro de Ovando a San Roque.


Felipe Galván

Es un interesante fenómeno productivo la hiperactividad de María Sanz. Hace poco más de un año me encontraba elaborando un análisis sobre su agradable y certera novela Aguaviento para presentación en Bellas Artes, hablando de ella como posibilidad cinematográfica, que en los pañales productivos no termino de elaborar en guión punto, cuando sorprende con la novedad de su entrega novelística actual: Los muertos de mi vida.


En el presente la Sanz se confirma como la autora literaria de las haciendas poblanas, y a sus ubicaciones de Santiago, con su novela Un día como otro, y a San Pedro de Ovando en la mencionada Aguaviento, ahora nos viene a agregar a la Hacienda de San Roque en este texto de reciente factura de extensión mayor y que parece ser grande no sólo por tamaño sino porque en Los muertos de mi vida María Sanz se acerca a lo que los teóricos, de Manhatan transfer hacia delante, han dado en llamar novela total.

Amén de ambiciosa como autora, compleja estructuradora, rica en aperturas empáticas y grandiosa hacedora de virtualidades como la vida real en su otredad propuesta, María es agradecida con sus fuentes.

…El día de su muerte, trece de diciembre, el cortejo salió de su casa, en el barrio de San Francisco, y atravesó la ciudad hasta el Panteón de La Piedad. Un silencio absoluto. Todos, de negro riguroso. Recuerdo sólo a una niña que iba de la mano de su padre, el teniente coronel Rodolfo Sánchez Taboada. Vestida de blanco como una flor de esperanza. (2009:105)

La niña vestida de blanco, la hija del teniente coronel Rodolfo Sánchez Taboada, es quien motivó, provocó y facilitó acceso a todo lo necesario en la Hacienda de San Pedro de Ovando para que María Sanz escribiera su Aguaviento; por supuesto varios años después. Esta anotación en el corpus de la novela que ahora nos ocupa es, conciente o inconcientemente, homenaje y acto de profundo agradecimiento a Matilde Sánchez de Sierra.

Hyden White, un historiador metido a teórico literario, definió en los sesenta del siglo pasado a la ironía como un cuarto tropo, su planteamiento no era un simple agregado a los tradicionales tres: sinécdoque, metonimia y metáfora, sino un cuestionamiento al menosprecio que de ese tropo hacía la estilística tradicional al no dejar de verlo como una simple figura retórica. En éste trabajo de Los muertos de mi vida, María actúa literariamente como una discípula de alto nivel de White. La propuesta de la autora es una gran ironía, en donde ésta actúa como transformadora, totalizante y, al mismo tiempo, entrada para la polisemia; la obra en cuestión requiere necesariamente de largas reflexiones y, para los golosos de la lectura, varias lecturas que enriquecerán la profundidad significante.

Más allá de la ironía el texto, que es una propuesta poblana, se inserta en la galería de la literatura nacional. Tres influencias enormes se visualizan desde la primera visión; a ellas podemos acudir recurriendo a tres de los personajes de mayor importancia en la novela.

Vicencio es el médico, el confidente y amor en algún momento de la historia de Magdalena Milagros. Este rico personaje es también el receptor, el primer contacto del discurso que verbalmente elabora la mujer-columna vertebral del desarrollo narrativo. Vicencio junto a la mujer abre la novela y desde el primer capítulo parece no dejarla en toda ella. Magdalena contará a Vicencio de su infancia, de su juventud, del romance filial con su padre y el rompimiento de éste por la actuación tramposa de sus hermanas; a los oídos de él llegarán los recuerdos de los amores de Magda y, sobre todo, de la vida del esposo de la mujer: el general Gabriel Zenteno.

Pero Vicencio, amante furtivo con quien Magdalena sensualizaba al ser auscultada y no haber ido más allá de un amor casi platónico por la vigilancia tras la puerta de la esposa del médico, es recuerdo, alejado del cuerpo físico pero presente en alma, espíritu y realidad onírica casi, como el amor platónico, de carne y hueso. A él le habla por largas noches y extensos días, también ahora ante la vigilante mirada o simple escucha de Conchita y Josefina.

La influencia es clara, María Sanz, autora poblana de la primera mitad del siglo XXI no puede ocultar su conocimiento, cercanía y gusto por el camino marcado por la poblana clásica del siglo XX y de mucho tiempo más: Elena Garro. Al igual que la plática entre bisabuelos de menos de diez años con bisnietos de más de ochenta, en el mausoleo familiar o Un hogar sólido, en la pluma de María Sanz la plática con quien dejó la vida y recuerda, poniéndose en el acto mismo en igualdad espiritual, es una posibilidad real en la vida y en la ficción literaria.

La misma Magdalena Milagros, hilo conductor de la historia, personaje principal, vida construida por María Sanz de principio a fin de su otredad novelística nos desvela la influencia de otro gran maestro de nuestras letras. Ella narra a los noventa años, en 2010, su triscaidecafóbica (aversión al número trece) condición. La mujer nació en 1920 y cuando narra hechos de la Revolución que van desde el combate de los Hermanos Serdán hasta el terremoto del 85, inmediatamente se sugiere a otros narradores que le comunicaron a ella aconteceres de antes de su nacimiento, de su niñez o simplemente de su lejanía física; pueden ser narradores implícitos no enunciados o el personaje está instalado en el mundo de la aldea global de la imaginación poblana, una elaboración en que la historia, los recuerdos de la vida y los valores filosóficos del presente propician los elementos del discurso sobre el transcurrir en los noventa años de existencia y más, desde la perspectiva del elaborador; es como si Magdalena Milagros declarara: he venido hasta aquí para evocar a mi marido, un tal Gabriel Zenteno; declarando con ello la deuda de María Sanz con Juan Rulfo.

El francés es un típico amante carnal que al pensar con el sexo vive en su contradicción: al engañar al deseo del amor por los deseos de riqueza y bienestar, engaña a su víctima, para vivir posteriormente engañado por ella hasta su muerte, en un transcurrir vital que lo condena en todo su existir a amar parcialmente a quien debió amar totalmente. Esta es una gran paradoja, una circunstancia que transforma sentidos, cubre realidades con posibles interpretaciones incluso enfrentadas o, mínimamente, abre el texto a la polisemia con el uso del tropo de la ironía. Es irónico que el gran amante sea el gran engañado, el festivo engañado, el lúdico engañado, el feliz engañado.

La ironía de Magdalena Milagros para con su francés no es la única usada en el texto, hay más, la construcción de Gabriel Zenteno es otra gran ironía del texto que por supuesto abreva en el uso que del tropo hace el gran maestro de éste en la narrativa nacional: Jorge Ibargüengoitia.

Es ineludible ingresar a la pregunta que la narradora principal va respondiendo a través de todo el texto. ¿Quién es Gabriel Zenteno?

Se puede hablar de él como el héroe revolucionario, como el marido de Magdalena Milagros, como el hombre de una de las estatuas de la Revolución, como el fantasma que ocupa la memoria colectiva de los personajes; porque si atendemos a su condición según lo que su viuda va diciéndonos, el general Zenteno fue marido de ella por un corto periodo, le dejó una hija, una posición en la sociedad, una fortuna y un mundo para soñar hasta que la muerte los separara (a ella y a los recuerdos). Es en la intensidad de esos recuerdos que le narra a Vicencio y a los receptores-lectores del texto mediado por María Sanz de este hombre fallecido, habitante de la imaginación de Magda o fantasma del ayer en nuestra historia de la Revolución. Con esos elementos podemos ubicar al texto como un producto típico de la narrativa contemporánea mexicana, amén de la pertinencia de editarse al final de 2009 y presentarse precisamente el año del centenario de la Revolución, 2010.

En Los muertos de mi vida encontramos una larga serie de interculturalidades en la producción literaria reciente. La más cercana producción a nuestra fecha de inicio del 2010 firmada por Rafael Pérez Gay, se llama Nos acompañan los muertos, el nombre simplemente relaciona, pero no es eso solamente lo que las acerca; Abelardo Rodríguez, sonorense y seguro descendiente de uno de los tres cachorros en la presidencias designado por Elías Calles, escribió Morir matando, en el texto y desde el punto de vista sonorense ubica la debacle villista fundada en la terquedad villista durante el combate en Celaya; Juan Tovar en La madrugada pareciera que nos narra en su texto dramatúrgico la oposición a lo anterior, al escribir lo que bien pudiera ser una visión de los vencidos villistas; Guillermo Schmidhuber con su Héroes inútiles, cuestiona la verdad de setenta o más años de institucionalización revolucionaria, al exponer en una propuesta escénica que de poco o nada valieron el millón de muertos en el conflicto, para que las cosas continuaran igual o casi, confirmado en una constante varias ocasiones mencionada en el texto al calificar la gesta: Revolución interrumpida; lo que nos comunica con teóricos de la sociología. Finalmente en esta lista, que podría ser mucho mayor, el hecho de que los espíritus cuenten a través de la mujer de noventa años, nos conecta con el ya clásico texto de Ignacio Solares, Madero, el otro, donde el espíritu del espiritista Francisco Ignacio Madero narra la historia del cuerpo que acaba de abandonar tras ser balaceado

¿Pero quién es, verdaderamente, Gabriel Zenteno? Es una entrada a la elaboración de un interés, una morbosidad a resolver, un elemento de seducción para no abandonar la novela desde que inicia hasta donde aparece el punto final, recorrido inexcusable para responder la pregunta que responde y profundiza la narradora. Con esto bastaría para concitar el interés por la lectura, pero junto a ello existe el elemento de la sabiduría narrativa de una autora de amplio espectro que logra generar escenarios de emociones de alto contraste.


... “Es por el pecado de Eva, y cada mes lo recordarás. Te advierto desde ahora: cuando te cases: tu marido por “ese lugar” te hará sufrir. Luego vas a parir con dolor, tal y como me sucedió a mí. Sentirás punzadas insoportables en los pechos y te sangrarán los pezones cuando amamantes a tu hijo. No escaparás. Después de ese hijo vendrá otro y otro. Así será tu vida hasta morir: dolor, sufrimiento y resignación. Toma el rosario y empieza a rezar”. (2009:115)

Este texto que a los oídos y sensibilidad de un receptor del siglo XXI le parecería divertido y gozoso por lo que fue y es una exacerbación a tal grado aumentada que raya en la farsa, contrasta con lo que por su crudeza, sangriento y morboso pueden tener algunos otros pasajes escatológicos.


…Una decena de hombres y cuatro mujeres, desnudos todos, colgaban de los árboles. Los zopilotes picoteaban las carnes en un banquete dantesco. En la tierra, las aves enfurecidas se disputaban los trozos arrancados de varios bultos de tamaño muy inferior al de un adulto… Gabriel… Se quedó sin fuerza… (2009:175)

A la columna vertebral de la narración que descansa en Milagros, se alterna la voz pareada de Conchita y Josefina, ambas mucamas como las de antes, son dos miembros más de la familia de Magdalena Milagros, formada por su hija Raquel y el nieto Gabriel, llamado como su abuelo y estudiado como el médico y confidente Vicencio. El tono coloquial y popular del par de acompañantes de la voz narrativa principal complementa y da respiración de contrapunto a la sobriedad universal que tiene la voz principal; pero también abre aristas diferentes desde la lealtad por sentimiento de la joven y la lealtad del amor en todas sus variantes, incluido el enfermizo, de la vieja asistente-testigo y cómplice en la vida de Magdalena Milagros.

La narración se asienta en tres niveles concéntricos, un núcleo básico y por ende raíz de todo que es la familia; en este hay un dibujo de la característica poblanidad: existen personajes de aliento humanista universal que contrastan y son afectados dialécticamente, en un choque de contrarios que fuerza el avance, por seres en los que bien se podría fundamentar el viejo dicho exclusionista de mono, perico y poblano; no lo toques ni con la mano… etc. etc. Categoría a la que pertenecen las gemelas de Magdalena Milagros. Un segundo nivel es el de Puebla en la primera mitad del siglo XX con personas, sitios y acciones evocadas, registradas y reinventadas; un nivel sabroso, divertido e ilustrador. El tercer nivel lo constituye la gesta revolucionaria, es quizás el más interesante por complejo; Gabriel Zenteno se inicia en la balacera contra los Serdán en el bando policiaco pues su familia es porfirista, después tiene que huir de ahí y va a parar con los zapatistas para, finalmente, aliarse cuando pasó la fase de balazos, con los sonorenses, particularmente con Elías Calles. Como buen poblano terminará con el presidente hermano del cacique local: Manuel Ávila Camacho. Todo ello es narrado por su viuda que heredó la orgullosa hija ambos, quien siempre tendrá presente al padre que sólo conoce por las pláticas maternas, y al nieto hijo de la anterior; pero la historia del marido en sus vaivenes se antoja increíble o tan rematadamente inverosímil que suena como la misma revolución, interrumpida.

Y esta es la gran ironía en los tiempos de centenario revolucionario. Magdalena Milagros parece inventar la revolución que no vivió sino a través de su marido que tan corto tiempo la acompaño, Raquel vive toda su vida orgullosa de un padre que participó en la revolución que, así se lo hace entender su madre o los relatos de esta, cambió la vida del país; pero ya hay una nueva generación, la del doctor Gabriel, nieto de Magdalena Milagros, quien inventa el discurso de la revolución y su marido, e hijo de la admiradora de la revolución, Raquel, quien vive creyente de ser lo que es gracias a su padre y la revolución en la que participó; este Gabriel de tercera y, por cronología, potencialmente de cuarta generación, estudia, investiga y concluye que la revolución fue interrumpida, como dice su abuela, y por lo tanto llevó al país a algo muy diferente a lo que se deseaba: la igualdad; por ello habría que volver a reempezar. Pero ¿para qué alterar a la inventora de la grandeza y a la creyente en ello? Mejor, decide Gabriel nieto, asumir la verdad; y pudorosa, cauta y prácticamente opta por no exacerbarla, para tranquilidad de los afectados, pero aprehendiéndola; apuntando los cambios para el mañana.

En resumen podemos decir que este texto poblano que aborda los tiempos de la Revolución Mexicana desde la visión de una habitante de hacienda poblana, parte del microcosmos familiar para ubicarse el cosmos regional e introducirse en el macrocosmos de la gesta nacional. Recorriendo desde ahora, 2010, el centenario en Puebla, la evolución de la Revolución hasta el cuestionante ahora y, finalmente, posibilitando la reflexión para la construcción del mañana porvenir en la geografía misma del lugar de los hechos. Por ello es una novela total en la que la madurez autoral de María Sanz domina la escritura, y el receptor-lector accede a un mundo ficcional en el que el universo es el de la vida… la rica vida en otredad de Los muertos de mi vida.

Sanz, María. Los muertos de mi vida. 1ª. Ed. BUAP. Col. Asteriscos. México. 2009