Esta es la historia de un llano charro,
hecho de manganas y saltos de la muerte,
organzas y atuendos de felpa negro,
zurcido con botonaduras de oro y plata.
La novela de esté muñeco, a veces guapo,
a veces frío, a veces triste, otras más
contento y eufórico, saciado de su penco
y adolescente de su yegua, de esas bravas.
Se hizo con manganas de jarcias
trenzadas de dolores, golpes y amores,
se hizo con manganas que querían sujetar
y lazar los amores, los ardores.
Ansiaba la guardia de una soldadera
que caminase a su lado con las carrilleras
extasiadas de municiones de caricias
y de ungüento saciador de carencias.
Las organzas en las camisas blancas como lunas,
ellas que marcan las noches de placer,
muchas ocasiones impías y de amor vacías,
y atuendos ralos de la esencia sentimental.
Y cosido con las botonaduras del oro,
de la ausencia de la pasión del corazón,
e hilvanado con las botonaduras de la plata,
de la adolescencia de la razón.
Y las manganas y los saltos de la muerte.
un día aquellas asieron la templanza,
y estos salvaron las verjas de la muerte,
hoy el llano charro, ocasiones feliz
a veces triste.
Ahí anda con las espuelas de la vida,
que lo espolean al arrimo del espíritu,
que lo instan al camino pedregoso
abandonar y caminar suave;
por el sendero del amor, por el jaripeo de la vida
que le manda pruebas y becerros montaraces
no para que dimita, sino para... al charro
darle su mole poblano y sus caminos no abandone
Carlos López Carmen